Seguimos camino del norte bajo este sol abrasador. Mis brazos arden como el inferno, de tal manera que una leve parada ante un semáforo, me proporciona la oportunidad de darles la vuelta y que, por un corto espacio de tiempo, sea el antebrazo el que soporte los rayos.
Hoy comenzamos las visitas en la villa de Arezzo. Una localidad poco frecuentada por los tours turísticos, donde puedes encontrar aún tiendas y restaurantes pensados para los arentinos, no para los turistas. Y eso de que se hizo muy famosa a raiz de la película de Roberto Benigni “La vida es bella”.
Piazza Grande. Arezzo.
A medio camino entre la Edad Media y el Renacimiento, me acerco a descubrir la Piazza Grande (uno de los escenarios que más aparecen en la película) y, para mi desgracia, me vuelvo a encontrar con andamios y obras… 2014, año del monumento andamiado. No lo notáis mucho porque intento que no aparezcan en mis fotografías, o intento minimizar su efecto, pero me los estoy encontrando amenudo. O bien por obras (que hay que hacerlas para no perder nuestra historia, pero pensaba que era España el único país que esperaba al verano para iniciar las obras en medio de la operación salida), o bien porque levantan gradas para los eventos que se celebran por toda La Toscana por estas fechas.
Arezzo tiene una importante tradición de anticuario, por lo que es fácil encontrarse con bastantes negocios enfocados a este comercio.
Cementerio de la Commonwealth en FLORENCIA.
Por el camino me encuentro con los cementerios de la Commonwealth de Arezzo y Florencia. Donde están enterrados soldados, marinos, pilotos,… de las fuerzas británicas y aliadas durante la segunda guerra mundial. No podía dejar de pasar a visitarlos, firmar el libro de visitas y recordar durante unos minutos todo lo que dió esa juventud por nuestro futuro. Tengo cierto apego personal con esa época de nuestra historia y puede que algún día cuente mi viaje por los escenarios del Día D.
Salgo hacia Florencia con la intención de localizar un concesionario oficial Vespa para realizar el mantenimiento de los 20.000 kilómetros (ya lleva 26.700 en estos momentos). Tras hablar con el jefe de taller durante una hora no encontramos solución. Es un mantenimiento que lleva de 2 a 3 horas y ellos tienen el taller completo toda la semana. De ser una tarea menor, por deferencia, me darían prioridad… pero este mantenimiento les hace desmontar mucha moto. La solución de llamar a un concesionario por delante, se baraja, pero incluso para ellos es un inconveniente… quizas por poner en un aprieto a otros colegas. El tema es que terminamos aclarando que si le hacemos unos 2.000 kilómetros más (más o menos lo que estimo que podré hacer hasta llegar a casa), las piezas a revisar o sustituir aguantarían sin problemas y que lo que más hay que estar pendiente es del aceite y del refrigerante (ambos los controlo casi todos los días y llevo botes para recebar). Les indico que si me podrían ver por su experiencia el estado del aceite, a lo cual acceden a la cala, palpan el aceite (incluso yo lo veía cristalino) y que estaba bien. Será porque llevo a rajatabla la máxima: “el aceite es la vida del motor y las ruedas tu vida”, por lo que podré escatimar en otras historias, pero no en estas. Así pues, vamos a lanzarnos hasta el final de la aventura en esta situación y a la llegada a Asturias, directos al taller.
Ya no queda mucha tarde para disfrutar de Florencia, debo elegir qué ver tranquilamente, por lo que me acerco al río Arno para fijarme el objetivo de partir desde el famosísimo Ponte Vecchio.
Florencia alcanza su máximo esplendor durante el Renacimiento en materias como el arte, la cultura, política y como potencia económica. Incluso más tarde tuvo una pequeña etapa, de 5 años, como capital del Reino de Italia.
Durante este mes de junio se celebra el “Calcio in Costume”, algo así como futbol en trajes de época. Una conmemoración de los partidos jugados antiguamente en la ciudad y que hoy en día disputan 4 barrios históricos florentinos.
Más contemporaneo es descubrir el arte callejero de Clet Abraham, pintor y escultor francés que se dedica a ir “modificando” las señales viales de la ciudad. Os animo a buscar más información sobre el. A mi me apasiona encontrar una de sus obras.
El Ponte Vecchio fue el primer puente edificado de Florencia (1345), donde se encontraba el antiguo puente romano. Por su parte superior transcurre un tramo del Corredor Vasariano que conecta el Palazzio Vecchio con el Palazzo Pitti. La idea era que el Gran Duque se moviera desde su residencia al palacio de gobierno con total libertad, en un momento en el que no era tan apreciado por el pueblo tras la abolición de la República de Florencia.
Mi visión particular de una de las copias del David de Miguel Angel.
Tras verlo (atestado de turistas más el que escribe), pongo rumbo al Duomo, o catedral. Su construcción se inicia en 1296 pero para cuando Brunelleschi comienza a trabajar sobre el “cupolone” -124 años más tarde- el estilo gótico de la catedral estaba obsoleto. La grandeza en si de la cúpula no es visual, sino técnica. El alarde de inteligencia y audacia de su doble cúpula y su construcción, sigue maravillando hoy en día. Es tal la admiración hacia su constructor que está enterrado en la cripta de la catedral.
A medio camino se encuentra la Piazza della Reppublica y su Mercado Nuevo. En el se encuentra la estatua de el “Porcellino”, un jabalí de bronce esculpido en 1612 y que es copia de otro de época romana y de marmol expuesto en la Gallería delli Uffizi. La tradición establece que introduzcas en la boca una moneda que debería caer a un pozo a sus pies y se te concede el deseo. Yo al menos lo he pedido 😉
Postureo frente al Porcellino, Florencia.
Para finalizar la jornada, subo al punto panorámico por excelencia de la ciudad. Donde además hay un camping en las cercanías.
Panorámica de Florencia desde el Piazzale Michelangelo.
Tras disfrutar de una cervecita, solo pero acompañado, pues tanto florentinos como turistas se dan cita en esta plaza para despedir el día; me acerco al camping que hay a excasos metros. Para mi decepción, no dejaban entrar ningún tipo de vehículo y me indican que puedo ir a otro nuevo que tienen en las afueras. Irremediablemente no me queda opción y pasaré la noche en un concepto de camping moderno con un precio extremadamente caro para los servicios de los que disponen. Su concepto de moderno debe de ser que en lugar de tienda-bar donde socializar tienen módulos prefabricados con máquinas expendendoras. Al menos las duchas merecen la pena y que bien le viene al cuerpo.
Tras la ducha, comparto cena con una pareja de checos. Hablamos del tiempo que llevamos viajando; de sus planes de futuro, pues este viaje por el centro de Europa les sirve de despedida del viejo continente antes de irse a trabajar a Australia; de comidas y tradiciones; nuestra visión política… Al día siguiente yo pondré rumbo al norte y ellos conocerán en profundidad Florencia. Una pena no haberme quedado con sus datos, algo que ya me había pasado en las primeras etapas del viaje y que pondré remedio en sucesivas etapas.
CONTINÚA EL VIAJE CON LA SIGUIENTE LECTURA:
(previo) Etapa 9: Lucignano, Montepulciano, Val d’Orcía, Bagno Vignoni, Cortona.
(siguiente) Etapa 11: Florencia, Maranello, Mantua.
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